Vecinos de zonas residenciales cercanas a estaciones de servicio subsidiadas en la ciudad de El Tigre se quejan por malestares supuestamente ocasionados por las colas para surtir gasolina, que se forman frente a sus viviendas. Destacan gritos y alborotos entre las situaciones incómodas, en las que, incluso, han intervenido cuerpos policiales.
El descontento se percibe principalmente en el sector Inces, donde se ubica la bomba Peñalver. Según lo comentado por habitantes del lugar, es sobre todo en la tarde y la madrugada cuando escuchan gritos, alborotos y hasta ven cómo los choferes hacen sus necesidades en la calle.

Eduardo Linares, uno de los afectados, explicó que “desde que empezaron a intensificarse las colas (hace tres meses) empezó la bulla, el ruido, las groserías, sin tomar en cuenta que hay menores de edad en las casas. Ya no tenemos privacidad (…) Se paran en los portones de las casas, entonces tienen que regañarlos para que se quiten”.
Aseveró que se trata de un cambio negativo, ya que en 2022 estas formaciones dejaron de realizarse en la avenida y tomaron las vías comunales . Pero, fue con el incremento de bombas dolarizadas que se extendieron las colas y el tiempo se espera para surtir combustible en las gasolineras que siguen con el subsidio.

Otro testimonio es el de Graciela Boada, habitante de la séptima carrera de Pueblo Nuevo Norte, adonde llega la cola de la estación de servicio Massobrio. Boada comentó que a consecuencia de las formaciones, los residentes de la zona deben parquear sus vehículos en las aceras porque no les dejan espacio.
Vialidad deteriorada
María Romero, una de las vecinas afectadas en el Inces, agregó que además de evidenciar escenas desagradables como ver a los choferes orinando u obstaculizando la vía, el pavimento se ha ido deteriorando por el tráfico a toda hora de los vehículos a montón.

“Por otro lado, a veces nos sentimos atrapados porque la gran cantidad de vehículos estacionados afuera que no nos dejan salir cómodamente”, agregó.
Los afectados, además, comentaron que funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana constantemente deben controlar escándalos ocurridos durante la noche entre estas aglomeraciones y que poco o nada les permiten dormir.